Aunque la técnica de anestesia epidural se usa a diario en todo el mundo y es una técnica muy segura cuando se realiza con los adecuados cuidados y entrenamiento, igual que cualquier procedimiento médico, puede tener complicaciones.
Efectos secundarios.
Empezamos con los efectos secundarios. Efectos o manifestaciones mucho más comunes o habituales, que no suelen ser graves, se pueden tratar o revertir fácilmente y se pueden presentar en un mayor porcentaje de pacientes.
Hipotensión.
La administración de anestésicos locales produce vasodilatación de las extremidades inferiores y en ocasiones esto lleva a una marcada hipotensión que es necesario revertir con fármacos, hasta que se alcanza una nueva adaptación fisiológica, se cambia la posición de la paciente o se disminuyen las dosis o concentraciones de los fármacos usados.
Mareo.
También puede sensación de mareo o inestabilidad. Suele ser secundario a disminución de la presión arterial.
Náuseas y vómitos.
Los cambios fisiológicos producidos por la técnica y el uso de opioides entre otros pueden aumentar la sensación de náuseas y producir vómitos.
Prurito.
Lo presentan algunas mujeres tras iniciar la administración de medicamentos. Suele estar asociado al uso de fármacos opioides en la perfusión epidural y se puede resolver cambiando los medicamentos que se están administrando o incluso en algunos casos el anestesiólogo puede administrar bajas dosis de naloxona para intentar revertir el efectos de estos opioides.
Imposibilidad para mover los miembros inferiores.
Normalmente se nota pesadez o disminución de la fuerza de las piernas, pero en algunas personas se presenta una parálisis completa de las extremidades inferiores, lo que produce una sensación muy incómoda y puede disminuir la fuerza del pujo al momento del expulsivo.
Esto se soluciona con la disminución de las concentraciones o volúmenes de medicamentos que se estén administrando y en algunas ocasiones se pueden suspender por completo la perfusión epidural hasta que se empiece a recuperar el movimiento de las piernas, intentando que no aparezca de nuevo el dolor de las contracciones.
Escalofríos.
Es un efecto secundario muy común y para algunas mujeres muy molesto y muchas veces se presenta desde la inserción del catéter. Suele ser una molestia pasajera.
Fiebre.
Es posible que se presente fiebre con el uso de la epidural. Esto no siempre es indicio de una infección activa, pero en caso de presentarse se debe vigilar estrechamente para descartar complicaciones relacionadas con la técnica o el avance del trabajo de parto.
Analgesia incompleta.
Es posible que tras todo el procedimiento no se note ningún tipo de alivio del dolor de las contracciones o que tras un periodo de alivio, el dolor vuelva a aparecer. En estos casos el equipo de anestesia valoraría cuáles pueden ser las posibles causas y puede tomar diferentes conductas como administrar nuevos bolos de medicación, aumentar las perfusiones o incluso retirar el catéter y poner uno nuevo.
Uso de forceps o ventosas para el parto.
Si disminuye mucho la fuerza de la musculatura abdominal la madre tendrá menos capacidad para realizar pujos intensos y sostenidos y en algunas ocasiones puede ser necesaria la instrumentación del parto para ayudar con el nacimiento del bebé.
Dolor de espalda.
Este dolor puede ser secundario a la sobre carga que ha producido el peso abdominal extra del abdomen, pero algunas veces está relacionado con la punción epidural. Normalmente desaparece después de algunos días, pero en raras ocasiones puede haber dolor por varias semanas, sin que esto signifique una patología grave.
Este tipo de dolor siempre debe ser valorado por un médico al que se le debe informar de la realización del procedimiento previamente para que descarten otras complicaciones.
Complicaciones.
Aunque muy poco comunes, puede haber complicaciones más importantes que suelen estar descritas en la hoja de consentimiento informado.
Punción húmeda y cefalea postpunción (dolor de cabeza).
Se presenta cuando de forma no intencionada, con la aguja de epidural se perfora la duramadre. En estos casos el anestesiólogo advierte la salida de líquido cefalorraquídeo y debe decir la conducta posterior, que puede ser insertar el catéter epidural en el espacio subaracnoideo o retirar la aguja o realizar una nueva punción a otra altura.
Es la complicación más común y se puede presentar en una de cada 500 o 1.000 pacientes en los que se pone un catéter epidural.
Se puede usar el catéter en estas circunstancias siendo conscientes de que se producirá un bloqueo subaracnoideo y se requerirán menores dosis de fármacos.
Infecciones cutáneas.
Son poco comunes ya que el procedimiento se realiza bajo estrictas medidas de limpieza, asepsia y antisepsia.
Infecciones graves.
Son aún menos frecuentes por las medidas higiénicas que se toman, pero en casos raros puede haber abscesos epidurales (que requieran drenaje quirúrgico por parte de neurocirugía), meningitis u infecciones del sistema nervioso central como encefalitis.
El riesgo de infecciones aumenta si al momento de la colocación del catéter se tienen alguna infección sistémica activa.
Toxicidad por anestésicos locales.
Aunque no es muy común, en algunos casos las dosis acumuladas de anestésicos locales son suficientes para producir manifestaciones de toxicidad sistémica.
A pesar de los test realizados también es posible que de forma inadvertida el catéter epidural esté dentro de un vaso sanguíneo y en vez de depositar los anestésicos locales en el espacio epidural, estos se administren por vía intravenosa, aumentando de forma notable las manifestaciones de toxicidad.
Hematoma epidural.
También es una complicación muy grave pero muy poco frecuente.
El riesgo aumenta si se tiene alguna diátesis hemorrágica (alteración de la coagulación que predispone al sangrado), como alteración de los tiempos de coagulación por disminución de las plaquetas, de algún factor o proteína de la coagulación o enfermedad que predispone al sangrado.
Aunque es muy raro, esta complicación también también podría presentarse sin tener ningún factor de riesgo asociado.
Daño nervioso o medular permanente.
También es una complicación muy rara. Puede ser secundario a una lesión con la aguja de epidural (infrecuente por la forma y el sitio en la que se realiza la técnica) o secundario a alguna otra complicación como la formación absceso epidural o un hematoma.
Recuerda preguntar a tu anestesiólogo todas las dudas que se te puedan presentar y antes de la colocación de la epidural también puedes valorar la posibilidad de alternativas analgésicas, que aunque no son igual de efectivas no implican los riesgos potenciales (aunque bajos) de la analgesia epidural.